Kurt Donald Cobain nació en Hoquiam, estado de Washington, el 20 de febrero de 1967. Hijo de Donald, mecánico, y de Wendy, ama de casa, más tarde camarera y secretaria. La familia de su madre era alemana, la del padre irlandesa. De hecho, el nombre Cobain es una derivación del irlandés Coburn.
Cuando Kurt cumplió los seis meses la familia se mudó a Aberdeen, una ciudad de leñadores cercana al pueblecito de Hoquiam, cuya población no supera los 20.000 habitantes. Tres años después nacería la única hermana de Kurt, Kim Cobain. Aberdeen ostenta el dudoso honor de ser una de las ciudades con la tasa de suicidio más elevada de los Estados Unidos, 27 suicidas por cada 100.000 habitantes, el doble de la media nacional. La elevada tasa de desempleo, alcoholismo, drogadicción y violencia doméstica ayudan a completar el cuadro.
De la familia de su madre Kurt heredó los genes musicales: el tío de Wendy grabó algunos discos en los cincuenta con el nombre de Dale Arden. Su sobrino y hermano de Wendy, Chuck, tocaba en una banda de rock and roll, y la hermana de Chuck, Mary, tocaba la guitarra country en bares de la zona de Aberdeen, e incluso llegó a grabar un single. Ella fue la que le regalo a Kurt algunos discos de los Monkeys y de los Beatles cuando el niño cumplió siete años. También intento enseñar a Kurt a tocar la guitarra. No lo consiguió porque al niño, que había sido diagnosticado como hiperactivo, le costaba mucho concentrar su atención (mencionar que a Kurt se le trató con el mismo medicamento que a Courtney: el ridilin). Así que la tía Mary acabo por regalarle al pequeño un tambor, y a los siete años Kurt se paseaba por el vecindario cantando a pleno pulmón “Hey Jude” y “Revolution” y aporreando el tambor con energía.
De la familia de su padre Kurt heredó los genes depresivos: cuando tenía doce años su tío Burle se suicidó pegándose un tiro en el abdomen. Cinco años después Kenneth, hermano de Burle, se volaba la cabeza de un tiro. Courtney Love solía referirse al suicidio como “la maldición de los Cobain”. “Mi madre siempre ha sido muy cariñosa conmigo – recordaba Kurt – creo que tuve una infancia feliz”.
Desde pequeño Kurt mostró unas excepcionales aptitudes para el dibujo. Era también un niño con problemas de salud: padecía bronquitis crónica y escoliosis (una desviación de la espina dorsal, que se le acentúo con los años debido al peso de la guitarra). Detalle curioso: de pequeño Kurt era ambidiestro, aunque acabó zurdo.
Los padres de Kurt se divorciaron cuando el niño contaba ocho años. Fue Wendy la que decidió divorciarse, en contra de la opinión de Don, quejándose de que su marido apenas pasaba tiempo en casa. Cuando no trabajaba se dedicaba a su afición favorita: el deporte. Jugaba al baloncesto y al béisbol, entrenaba equipos y arbitraba partidos. El divorcio afectó profundamente a Kurt. De la noche a la mañana pasó de ser la alegría de la casa a convertirse en un niño tímido e introvertido. Veinte años más tarde el propio Kurt reconocería que el divorcio de sus padres había sido el mayor trauma de su existencia. Después del divorcio Kurt estuvo viviendo con su madre durante un año. Pero el pequeño Kurt no acababa de congeniar con el nuevo novio de su madre. (Al principio Wendy atribuyó esta antipatía a los celos. No fue hasta cinco años más tarde cuando cayó en la cuenta de que Pat sufría serios trastornos mentales: era un esquizofrénico paranoico). Incapaz de controlar las rabietas de Kurt, Wendy envió al niño con su padre, que vivía en un remolque en Montesano, una pequeña comunidad de leñadores situada a veinte millas al este de Aberdeen.
Kurt sentía que no tenía demasiado en común con su padre. Don solo estaba interesado en los deportes, que a Kurt le decían mas bien poco, y no conseguía entender – y mucho menos compartir- el interés de su hijo por el dibujo y la música. Poco después de empezar a vivir con Kurt, Don volvió a casarse. Su nueva mujer aportó dos hijos al matrimonio.
La familia al completo se mudó a una casa como Dios manda – o sea, sin ruedas- y empezaron los problemas. Kurt no soportaba a la nueva familia, y muy en particular a su madrastra “la persona más hipócrita que he conocido en mi vida”. “Nunca sentí que tuviera un padre, una figura cercana a mí con la que tuviera algo que compartir. Creo que mi padre me dio por imposible porque creyó que mi madre me había lavado el cerebro” recordaba Kurt más tarde. Además, Kurt no soportaba el empeño que Don tenía para que su hijo sobresaliese en las actividades deportivas. Su padre le inscribió en un torneo de lucha libre que Kurt perdió intencionadamente, por pura mala leche. Y cuando Don le llevó a cazar, Kurt se negó a unirse a la expedición y se paso el día en la camioneta, contando arbustos.
Pero la convivencia con su padre supuso, al menos, una aportación positiva para Kurt: su padre se suscribió al club postal de discos de Columbia y así fue como Kurt pudo escuchar discos de Aerosmith, Led Zeppelin, Black Sabbath y Kiss, que llegaban por correo y que su padre ni siquiera abría. Finalmente Don acabó por decidir que él tampoco aguantaba vivir con su hijo, así que Kurt, como en su día sucediera con Courtney, se convirtió en un fardo que sus familiares se pasaban de mano en mano. Vivió con tres tíos y tías diferentes, y unas dos veces al año le tocaba mudarse desde Montesano a Aberdeen, o viceversa, cambiando de casa y de colegio.
Wendy sentía que su deber moral era el de acoger a Kurt en su casa, pero en aquel momento ella también estaba atravesando numerosas dificultades. Se estaba separando de su novio, que había abusado física y mentalmente de ella (una vez le dio tal paliza que Wendy acabó en la sala de urgencias del hospital local) y, además, acababa de perder su trabajo. Así que le pidió a su hermano Chuck que se hiciese cargo de Kurt.
Chuck, que como hemos dicho antes, era guitarrista, le regaló a Kurt su primera guitarra con ocasión del decimocuarto cumpleaños del chaval. Se trataba de una guitarra eléctrica de cuarta mano y de marca desconocida que venía acompañada de un mini amplificador curtelux de apenas diez watios de potencia. Pero Kurt se sintió entusiasmado y en menos de una semana había aprendido a tocar su primera canción a la guitarra: “Back In Black”, de AC/DC. A los catorce años Kurt era un chico enfermizamente tímido que no intercambiaba palabra con un alma en la escuela. No tenía un solo amigo. Cuando las clases terminaban se iba directamente a casa y practicaba con su guitarra hasta que llegaba la hora de acostarse, tocando canciones de Led Zeppelin, Queen y de los Cars. Por aquella época empezó a interesarse por la explosión punk. Pero a la diminuta Aberdeen no llegaba un solo disco inglés de punk. Kurt solo sabía de las andanzas de los Sex Pistols a través de lo que leía en las revistas. En su cuarto tocaba la guitarra tal y como imaginaba que debía sonar la de Steve Jones: una especie de riff-rock correoso y guarrón.
En el instituto conoció a dos chicos que se llamaban Scott y Andy, y que tocaban respectivamente el bajo y la guitarra. Ensayaban en un almacén de carne abandonado que estaba fuera de la ciudad. Un día los tres tocaron allí y decidieron formar una banda. Kurt dejo allí su guitarra convencido de que al día siguiente volvería a ensayar en el mismo sitio. Pero los días pasaban y sus colegas no parecían muy decididos a repetir la experiencia. Y Kurt no podía recuperar su instrumento porque Wendy no se decidía a llevarle hasta el lejano almacén y él era demasiado joven para conducir. Cuando por fin consiguió convencer a un amigo de que le llevara, se encontró con la guitarra hecha pedazos, abandonada entre los árboles.
En mayo de 1984 Wendy Cobain se casó por segunda vez con un guardabosque llamado Pat O’Connor. Después de mucho llorar y suplicar, Kurt consiguió que su madre le permitiese volver a vivir con ella. Poco después, y tras una sonora pelea conyugal en la que Wendy apuntó a su marido con una pistola, la nueva y arrepentida señora O’Connor, hizo un paquete con todas las armas que encontró en la casa (pistolas, revólveres, y rifles de caza) y lo tiró al río. Kurt, que lo había visto todo, convenció a unos compañeros la escuela para que recuperaran el paquete, otros dicen que le pagó a un chico mayor que él para que las sacara. Al tener las armas, las empeñó y se repartieron el dinero. Así fue como Kurt pudo comprarse su segunda guitarra. En su nueva casa Kurt volvió a la guitarra con ánimos renovados. Pero ahora no se limitaba a tocar temas conocidos. Empezó con sus propias composiciones, y además, cantaba (bastante mal, según su madre).
En la escuela se inscribió en el equipo de baloncesto, no porque le interesara mucho ni poco, sino porque estaba obligado a practicar algún deporte. Kurt se limitaba a dar unos cuantos botes al balón antes de practicar alguna personal intencionada que le permitiera volver al banquillo de los suplentes. Fue en el banquillo donde conoció a Matt Lukin, un chico algo mayor que él, fan de Cheap Trick y Kiss, que tocaba el bajo en el que seria el primer grupo punk de Aberdeen: The Melvins.
Kurt Cobain se convirtió rápidamente en fan incondicional de The Melvins. Asistía a sus ensayos y a todos sus conciertos, les ayudaba a cargar y descargar el equipo. Fue Matt Lukin quien llevó al joven Cobain a presenciar su primer concierto en directo: Black Flag, en Seattle. Y fue a través de los Melvins fue como Kurt conoció a Krist Novoselic, que por entonces vivía a base de realizar trabajos ocasionales de todo tipo y escuchaba a Led Zeppelin, Devo, Kiss y Black Flag. Así nació el grupo seminal de lo que seria más tarde Nirvana: Ed, Ted and Fred. O lo que es lo mismo, Cobain a la batería, Novoselic a la guitarra y un bajista llamado Steve, que desapareció al poco tiempo, dejando a Kurt y Krist libres para tocar con cualquiera de los Melvins que estuviera disponible, o para tocar versiones de Creedence Clearwater Revival en los clubes locales.
Por aquel entonces Wendy Cobain echó a su hijo de casa y durante un verano Kurt acampó debajo de un puente. También se dejaba caer de vez en cuando por el sofá de algún amigo hasta que Matt Lukin lo acogió en su piso. Kurt comenzó a trabajar como chico de la limpieza, limpiando pensiones y consultorios de dentistas. Entretanto Novoselic y Kurt se entretenían tocando las canciones punk que Kurt componía y decorando las paredes de Aberdeen con pintadas del tipo “Dios es homosexual” o “Matar a Cristo”, una de las cuales le costó a Kurt treinta días de arresto menor por acto de vandalismo.
A finales de 1986 Kurt se fue a vivir a Olimpia, donde al año siguiente conoció a Tracy Marander, su primera novia oficial, con la que convivió. De hecho estuvieron viviendo un tiempo juntas las parejas Kurt/Tracy y Krist/Shelli.
Desgraciadamente, Kurt comenzó a ingerir drogas, declarando haber empezado a consumir heroína a principios de los 90 y diciendo que la usaba porque era como un escudo contra las largas jornadas de trabajo que le ocasionaban las giras y también para calmar el dolor que le provocaban las úlceras estomacales y la irritación de los intestinos.
Continuó escribiendo sus canciones enfocándose a ese toque sutil que lo caracterizaba, estaba muy estresado tratando de encontrar la forma de cómo escribir sus canciones y de cómo se tenían que interpretar ya que a menudo éstas podían ser completamente diferentes.
En febrero de 1992 se casó con Courtney Love en Hawaii. En agosto Cobain era hospitalizado para recibir un tratamiento por abusar de la heroína. Poco después, nació su hija, a quien llamó Frances Bean.
Kurt era un fanático de las armas y a veces tenía varias de ellas en su posesión y también formas de confiscación de las mismas.
En el invierno de 1993-1994 Nirvana se embarcó en una extensiva gira por Europa. En veinte conciertos, Kurt tuvo algunos problemas de salud y algunas presentaciones fueron suspendidas hasta que se sintió bien. Cuando se recuperó voló a Roma con su esposa, que se preparaba para comenzar una gira con su propia banda, Hole.
El 4 de marzo de 1994 Cobain ingresó al hospital en estado de coma después de un supuesto fallido intento de suicidio al tomar un cóctel de medicamentos. Este intento de suicidio fue considerado oficialmente como un accidente pero sus familiares y amigos sabían la verdad. Días después de su recuperación regresó a Seattle. Courtney, sus amigos y managers convencieron a Kurt para que entrara a un programa de desintoxicación en los Angeles, California. Según dice su madre, él solo asistió a este tratamiento un par de veces.
Al estar en Seattle, Kurt temía por su vida y es por eso que compró una escopeta.
El 5 de abril de 1994, según informes policíacos, Kurt se fue a un invernadero que tenía detrás de su casa, puso en su boca el arma y jaló del gatillo. Su cuerpo fue encontrado por el electricista Gary Smith que iba a la casa a instalar un sistema de seguridad; al ver que nadie le contestaba en la puerta principal, se fue a dar la vuelta para ir a la puerta trasera. Allí vio algo que según él parecía un maniquí tirado en el piso, percatándose que tenía sangre en al oreja. Dio aviso a la policía y cuando abrieron la puerta encontraron a Kurt muerto en el piso, y cerca de él una nota de suicidio escrita en tinta roja supuestamente dirigida a su hija Frances Bean (en realidad para sus fans) que solo contaba con 19 meses de edad. La nota de suicidio termina con las palabras ” I love you, I love you”.
Se fue a los veintisiete, como Hendrix, como Janis, como Morrison y Sid. Y como ellos, supuestamente no pudo resistir ni las presiones del éxito ni los desengaños de todos los días. Venía de una niñez infeliz y una ciudad rica en fantasmas, donde la niebla, la lluvia y la nieve oscurecen el sol durante nueve meses del año y el cinturón industrial (dedicado a abastecer el mercado bélico) provee los pocos empleos que los jóvenes se disputan ávidamente.
Solo en la muchedumbre, se reveló contra todos, seguro de que no tenía por qué aceptar lo que otros le servían, ya masticado y digerido, quiso cambiar las cosas y cuando comprendió que le sería muy difícil tomo el lápiz y la guitarra y se lanzó a gritar lo suyo, a hacer escuchar su voz, que era la voz de muchos que no la tenían. En medio de la soledad conoció a dos hombres y una mujer que jugarían papeles importantes en su vida y le darían uno que otro momento de sosiego. Eran Dave Grohl y Krist Novoselic, con los que formóNirvana y enseñó al mundo qué era la filosofía de Seattle. Con la segunda se casó y estáticamente feliz e insondablemente desdichado. Como Sid y Nancy, Kurt y Courtney pasaron de la simbiosis a la desesperación, del amor al odio y de la pasión a la agresión. Tuvieron una hija que los llenó de una felicidad temporal pero los problemas ya habían ido demasiado lejos, y llegaron a perder su custodia a fuerza de excesos de alcohol y de drogas.
El delicado equilibrio nunca pudo contra las broncas y las frustraciones, y el echo de que millones de adolescentes de todo el mundo se identificaran con sus versos ácidos y sus himnos desesperados, no lo hacían más feliz ya que sólo significaba que las cosas estaban tan mal o peor que como el las veía en sus pesadillas más negras.
Y en la bronca se peleaba con los grandes de la industria que lo soportaban con la sonrisa indulgente de los que sólo se preocupan de las ventas y con los grandes de la prensa y terminaba en su bronca incendiando una micro en gira o peleándose con un público que igualmente lo adoraba. Dejó plantados a muchos, ofendió a otros y lloró de rabia impotente cuando ni siquiera todo el poder implícito en ser “una estrella del Rock” bastó para conseguirle una felicidad que siempre le fue negada. Al parecer este mundo no era para él, no lo quería, no le gustaba, no le bastaba.
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